Como las manos.

Somos como las manos de un mismo cuerpo:
Compartimos similitudes morfológica y fisiológicamente. Somos dos mujeres, con dos ojos, una boca, una nariz, dos senos, dos piernas, dos orejas... 

Así como los dedos de las manos, ninguno es igual, así nosotras tenemos muchos sentimientos parecidos pero no iguales, ya que nuestras vivencias tienen semejanzas y también diferencias. Cada dedo es importante, como cada sentimiento que una desarrolla, se siente y se vive.

Frente a frente, las manos convergen; pero al empalmar una con otra, se puede ver que no son el reflejo perfecto de la otra. Nosotras nos reconocimos cual reflejo frente al espejo, ese detalle nos maravilló, pero al cambiar de perspectiva también nos dimos cuenta de las diferencias. Esas diferencias que nos brindan la oportunidad de complementarnos, ayudarnos y aprender la una de la otra. Esas diferencias respetadas nos engrandecen y enriquecen tanto individual como en pareja.

Así como las manos, funcionamos juntas. Separadas todo es mas complicado. Porque aunque una mano sea la que gira la tapa, la otra sostiene el frasco. Así como una mano mete el cambio, la otra cuida del volante. Si una mano de las manos duele, la otra la sostiene, la cuida y la cura. 

No son dos por casualidad,  no somos tu y yo por casualidad. La naturaleza no se equivoca y el destino tampoco.

Hasta hay una más dominante que otra.