Rutinas

Abro los ojos, al mismo tiempo. Veo la ventana, anoto mentalmente cambiar la cortina por una mas gruesa. Siento la luz que se cuela por entre los hilos y me toca. Cada mañana me despierta. Todos los días varía su llegada, pero siempre llega. Deseo no ser así, todas las mañanas deseo que la luz no tenga el poder de despertarme, pero deseo ya por costumbre, sin esperanzas.

Hecho un vistazo a la cama, me estiro y veo el reloj. Nunca pasa de las 7:30. Pienso que hoy podía desparrame hasta las 8:00, pero me levanto. Camino a la cocina con pasos dudosos y adormilados. Me sirvo agua, me preparo un té y lo dejo en la mesa mientras regreso a hacer mi cama. Nunca puedo dejar mi cama deshecha. Regreso por el té a la cocina, ahora tiene la temperatura justa. Me siento y lo bebo mientras hago mi lista de cosas por hacer el día de hoy. Si he terminado con la lista antes de terminar con el té, entonces me pongo a pensar y divagar.  Termino mi té y lavo la taza, no me gustan los platos sucios sobre la tarja. Voy a la cama y leo hasta que den las 8:15. Retengo en mi memoria el ultimo párrafo leído para tenerlo fresco más tarde.

Me saco la pijama y me envuelvo en una bata. Abro la llave izquierda y después la derecha. Regulo la temperatura como si marcara la combinación de una caja fuerte. Meto un hombro,  la cabeza y en un segundo, el agua va poco a poco humectando cada centímetro de piel. Lavo mi cabello con shampoo mientras recuerdo comprar otro, porque ese no me ha caído bien. Me aclaro el cabello y pongo acondicionador en las puntas. Continuo con el resto del baño... que me tomará unos 10 minutos. Me seco, retiro el exceso de agua de mi cabello y me vuelvo a enfundar en la bata.

En el cuarto, abro la maleta. Saco lo primero que encuentro y no demoro mucho en ponérmelo. Antes de arrepentirme o de pensar que no me queda bien, que no me favorece o que no combina. Me vale, al final de cuentas, es una ventaja vestirme en una triada de colores ya que siempre combina entre si, no importa lo que elija.  Me acerco a la ventana y veo si hay nubes o hay sol, entonces elijo zapatos o botas de lluvia.

Paso un peine de dientes gruesos por mi cabello. Lo dejo secar al natural. Las puntas mojan la blusa sobre mi espalda. Siento frío.

Me preparo el desayuno. Una taza de fruta picada, una taza de cereal y una taza de leche. Pienso si me peinaré o dejaré mi cabello suelto. Siempre lo dejo suelto, pero mantengo en mi bolso un palillo chino para hacerme un recogido si cambio de opinión. Termino de desayunar, lavo mi plato y voy por mi bolsa. Reviso tener mi cartera, la tarjeta de acceso, antibacterial, mi palillo chino, pañuelos desechables, lentes de sol (aunque acá nunca los necesito), un labial, el celular, una pluma, un plumón sharpie y mi agenda.

Agarro las llaves, saludo a Mimi y a Pequeña y salgo de la casa. El día comienza y mi rutina se acaba.